Opinion

¿Manos criminales?

Por: Mario Arias Gómez

Sobrecargado de nostalgia, regresé a las aristocráticas: Quito (Ecuador), a repasar las invaluables joyas de arte religioso: la Basílica del Voto Nacional; Nuestra Señora de la Merced; Monasterio de San Francisco. Catedral Metropolitana; las iglesias: Compañía de Jesús, Santo Domingo, El Sagrario; peregrinaje extendido a la ciudad-templo (Lima-Perú): su Catedral; Iglesias-museos: San Francisco, San Pedro, La Merced, San Agustín. Apreciación que corta literalmente la respiración.

Extasiado, hipnotizado, aturdido de tanta belleza histórica, atropelladamente retornan a la memoria, las conmovedoras e indelebles imágenes, del patético incendio que estropeó parcialmente la monumental catedral de Notre-Dame de Paris («nuestra señora de París»), que viví perplejo, en silencio y en directo por la TV, al extinguirse la imborrable tarde del 15 de abril/2019, en que estuvo a punto de desaparecer -envuelto en densa humareda que se elevaba al cielo de la ‘Ville Lumière’, (Ciudad Luz)- uno de los símbolos icónicos de Francia, de la fe, la cristiandad, de la historia; apelativo con el que se distingue desde tiempos inmemoriales a París, una de las ciudades más bellas,  fastuosas y turísticas del universo.

Luego de complejas pesquisas, la Fiscalía cerró la investigación, con las casi mismas preguntas con las que inició la indagación, que buscó establecer el origen, las causas del inusitado fuego: Una falla eléctrica”, “una colilla de cigarrillo mal apagada”, “error” del primíparo encargado del sistema de seguridad, que había dobleteado el turno, por ausencia inesperada del relevo, quien no estaba familiarizado -además- con la manipulación de los códigos del sistema de alarma, que le hubiera mostrado,  instantáneamente, el foco del incendio, avivado por el tipo de material reseco que sostenía la antiquísima techumbre, soportada por 1.300 robles milenarios, del siglo XII, ‘curados’ con las técnicas de la época.

Cubierta que perduró intacta por ocho siglos, como paradigma del trabajo laborioso de la cofradía de artesanos medievales.

Trágico día que, sin espabilar, atónito seguí los chorros de agua, lanzados por los atareados bomberos, desde las encumbradas escaleras desplegadas, que afanosos, intentaban preservar las partes vitales del templo, impidiendo, lo que parecía por momentos un preanunciado e inminente desplome, mientras otro grupo élite, en forma apremiante, suicida, protegía desde lo alto, la torre norte, que más peligro corría, procediendo a sofocar las llamas, antes que afectaran el talón de Aquiles de la estructura. Héroes de la jornada, al final, aplaudidos por los ‘sabios de la tribu’ que, entremezclados entre curiosos, y jóvenes millenials, observaban con estupor la impensada tragedia.  

Ansioso e hilarante pandemónium, apiñado en las riberas del Sena, que rezaba, abrazaba, lloraba, tocaba los violines; multitud que apenas a media noche recibió -con alivio- la noticia, de que la inestimable reliquia estaba a salvo. Vaticinio puesto en entredicho, por el ministro de Cultura, corresponsable que la semana pasada habló de la ‘fragilidad’ en que permanece aún la basílica, sin descartar su eventual derrumbamiento.

A 87 días de que el emblemático monumento gótico, estuvo tan próximo a eclipsarse, a las antedichas hipótesis, surgió la no descartable posibilidad de ‘manos criminales’, de los enconados y radicales islamistas, acérrimos e incorregibles enemigos de este vaticano católico, religioso, centro histórico por excelencia de París, en donde fue beatificada Juana de Arco; coronados los reyes, Napoleón emperador. Corazón geográfico donde se concentran, más de ochocientos años de la historia de Francia, Centro del que parte la remotísima nomenclatura de sus calles. 

Catástrofe que se asegura, puede repetirse en cualquier momento, en los miles de monumentos que engalanan la metrópoli, incluidas las 86 descuidadas catedrales que la componen, fruto del abandono, el desinterés cómplice, como al aberrante, indignante, vergonzante y raquítico presupuesto, inexcusablemente insuficiente, ridículo, para un mantenimiento usual y preventivo. Omisión imperdonable -sin precedentes- que registro penosamente.

A falta de conclusiones confiables, se multiplican las dudas sobre el carácter accidental que adujo en forma ligera la Fiscalía del insuceso, que dio pie a una investigación más depurada y ‘profunda’, a cargo de tres jueces instructores, enmarcada en información judicial relevante; “degradaciones involuntarias”; sistemática violación -manifiestamente deliberada- de las obligaciones de prudencia, seguridad, que tanto la ley como el reglamento imponen”, nueva causa abierta contra «X» que, en la normativa francesa, designa un supuesto culpable, de identidad desconocida.

Dios quiera -para rematar, dado que el espacio se agotó- que la inadmisible negligencia descrita, en menoscabo del auténtico y portentoso monumento de la humanidad, se corrija a la brevedad, apoyada en las 12 propuestas precalificadas, presentadas por los más acreditados, consagrados, hábiles y virtuosos restauradores.

Lima, 10 de julio/2019

http://articulosmarioariasgomez.blogspot.com.co/30

Lo más visto

Subir