Opinion

EL PODER PARA QUÉ ?

EDITORIAL

“El poder para qué ? frase pronunciada por Darío Echandía el 9 de abril de 1948 después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y que ha hecho carrera en la historia política colombiana. Hoy la cito y la adapto a las circunstancias actuales: El poder Presidencial y Legislativo para qué ?

Durante los últimos días los colombianos hemos presenciado con estupefacción e impotencia tres decisiones de las altas cortes, dos de la Constitucional y una de la Suprema de Justicia: Lo referente a las objeciones presidenciales a la Ley Estatutaria de la JEP, la permisividad para el consumo de bebidas alcohólicas y estupefacientes en sitios públicos, y la orden de libertad del narcotraficante y criminal Santrich.

Estas decisiones, sumadas a muchas otras, deben llevar al pueblo colombiano a una seria reflexión sobre los poderes omnipotentes que tienen las Altas Cortes en el país. Aquí realmente quienes legislan son ellas, usurparon las funciones del poder legislativo representado en el Congreso de la República. Son quienes tienen la última palabra sobre las Leyes y Actos Legislativos y los Decretos del Gobierno Nacional a través del Presidente de la Republica.

Estamos ante una dictadura de las Cortes. Ellas colegislan, fallan a su antojo y amaño. No tienen línea jurisprudencial y sus decisiones van en muchos casos en contravía del querer y de la mayoría de los colombianos, el constituyente primario.

Las Altas Cortes se convirtieron en una alcahuetería. Ya conocemos los casos de grave corrupción y la incapacidad de autorregularse y controlarse. Los Magistrados, en la mayoría de los casos, no trabajan y los fallos los proyectan sus subalternos mientras ellos se dedican a las relaciones públicas aceitando la silla giratoria.

Qué objeto tiene elegir por voto popular al Congreso de la República para que legisle si finalmente sus decisiones son declaradas inexequibles, modificadas o reversadas por las Cortes a través de fallos y jurisprudencia ? Se supone que la mecánica legislativa de los cuatro debates para los proyectos ordinarios de Ley y los ocho a los Actos Legislativos son suficientes para depurarlos. Entonces, el Parlamento no está haciendo bien su trabajo porque lo que aprueban es rechazado o modificado en la revisión constitucional, o la Corte se está excediendo o hilando muy delgadito como se dice.

En otros casos, con un fallo judicial modifican una Ley y cambian el ordenamiento jurídico sobre un tema determinado, generando la peligrosa inseguridad jurídica.

En días pasados decíamos en esta misma columna que seis cortes son demasiadas para el país. Recordamos la Constitución del 86 que solo contemplaba la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado. La Suprema tenía una Sala Constitucional y Electoral, y el Consejo de Estado también cumplía las funciones del Consejo Superior de la Judicatura. Así funcionó el país durante más de 100 años sin colapsar la rama judicial hasta que a los constituyentes de 1991 decidieron crear tres más, y Santos la JEP.

Ya es hora de una reforma constitucional o convocar a una constituyente para colocar orden en esta materia.

Manizales, junio 09 de 2019.

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