Por: El Tábano.
22 mayo 2019
Hace ocho días hablábamos en esta columna de los políticos vergonzantes como Álvaro Uribe y Mauricio Lizcano quienes siendo producto de la política ahora quieren disfrazar a sus candidatos de cívicos. Sin embargo, también existen candidatos en las mismas condiciones y son la mayoría de aquellos que ahora les dio por inscribirse por firmas para ocultar su pasado político.
Se encuentran a lo largo y ancho de la geografía nacional. El caso más relevante recientemente fue el del ex candidato presidencial, Germán Vargas Lleras, quien, siendo fundador del Partido Cambio Radical, recogió firmas para presentarse como candidato de iniciativa ciudadana.
Estos candidatos vergonzantes son más sinvergüenzas que los jefes políticos mencionados porque generalmente son personas que han nacido y vivido de la política, sus pañales fueron papel de nómina y su coche un carro oficial; y su primera mentira de campaña es afirmar que no pertenecen a organizaciones políticas, que son cívicos.
Todas sus vidas utilizaron a sus padrinos políticos para que los hicieran nombrar en diferentes posiciones burocráticas. Vivieron de sus Partidos, los usufructuaron y los exprimieron. Sin embargo, ahora se avergüenzan de ellos y pretenden disfrazar sus candidaturas de cívicas y de origen ciudadano.
Mamola, como diría Horacio Serpa, todos, con honrosas excepciones, tienen su pasado político y son producto de la política. En ella se hicieron, crecieron, y aprendieron tantas mañas como el aparentar lo que no son.
En privado siguen perteneciendo a las organizaciones políticas de las cuales provienen, y en público posan de independientes. Estos son los más grandes mentirosos porque tienen listo su plan b previendo un fracaso en su cometido, y es ni más ni menos, volver a buscar el favor burocrático de sus jefes políticos. El próximo año veremos a la mayoría de ellos en cargos oficiales.
Avergonzarse de la política, de un Partido u organización que les ha brindado oportunidades, los ha tratado con mano de seda, les ha facilitado su sustento económico y les ha ayudado a superarse, es como avergonzarse de la mamá.
Ojo mucho ojo con estos falsos profetas que proliferan por estos días. Así como Pedro negó a Jesús, estos también están negando su tradición política; y no sobra recordarles el fracaso electoral de Germán Vargas Lleras, aunque más de ocho millones de personas le firmaron. Una firma no es un voto.
