EDITORIAL

En el mundo moderno las encuestas se han convertido para los electores en factor importante y de mucha influencia en la toma de decisiones políticas.

Al mismo ritmo como avanza la campaña electoral, van apareciendo encuestas de diferentes escenarios políticos cuyo objetivo, en la mayoría de los casos, es favorecer o perjudicar a determinado candidato.

Muchas de ellas son burdos montajes, sin lógica ni responsables, que son convertidas en cadenas publicadas y promocionadas a través de las redes sociales y que, en cuestión de horas, se convierten en bolas de nieve incontrolables. Generalmente contienen información falsa y la falta de objetividad es su característica principal.

Actualmente, quien quiere se inventa una encuesta se la inventa y la publica en las redes sociales para generar ruido en favor o en contra de un personaje. Esto constituye gran riesgo para la democracia porque siempre existirán personas ingenuas que dan crédito a estas mentiras y cambian su intención de voto o la percepción sobre un candidato.

Los electores tenemos derecho a estar bien informados y no ser manipulados por inescrupulosos que solo buscan favorecer intereses particulares a través de estos mecanismos.

Se necesita responsabilidad en las encuestas y, más que en las encuestas, responsabilidad, valga la redundancia, de los diferentes candidatos y actores políticos para eliminar esta fea practica que enrarece el ambiente electoral y desconcierto e incertidumbre.

En aras de la transparencia en el debate electoral venidero, las diferentes fuerzas políticas deberían hacer pactos de caballeros para evitar estas prácticas y no tolerarlas entre sus seguidores y organizaciones.

Sería un gran aporte a la democracia la responsabilidad en el manejo de las encuestas.

Manizales, mayo 05 de 2019.