Opinion

TÉCNICOS INÚTILES

Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.

06 abril 2019

Cuando un Alcalde, Gobernador o Presidente conforma su equipo de Gobierno debe saber equilibrar los perfiles que requiere para que su gabinete sepa entender la dinámica real de su entidad y el entorno que la rodea, no existe una regla general que diga que debe ser por ejemplo 50% técnicos y 50% políticos, en muchas ocasiones un solo funcionario político puede hacer la diferencia, pero indiscutiblemente se debe procurar en construir un balance entre estos perfiles, incluso para que estos mismos funcionarios sirvan como “fusibles”.

El funcionario “fusible” es aquel que debe recibir la descarga de algunas o alguna decisión impopular o negativa que ha tomado su jefe pero que él debe asumir como propia. Con el objetivo de refrescar o salvaguardar toda la estructura de mando debe renunciar o ser removido del cargo.

Cuando una cabeza de entidad no entiende este concepto por lo regular tiene más tendencia a ser impopular pues el papel del fusible se pierde y directamente es el alcalde, gobernador o Presidente quien recibe todo el peso de la crítica.

Los técnicos por lo regular son nombrados en mandos medios, cumplen un papel fundamental, son quienes conocen cuando, cuántos y cómo se hacen los informes que por ley se deben presentar; especialistas en sus profesiones son quienes formulan los proyectos y conocedores al detalle de la administración pública y las normas que lo rigen. En muy pocas oportunidades los técnicos suelen también ser políticos. Y es eventual dado que son más proclives a tener respuestas negativas a las solicitudes que se les hacen ya que entienden y tienen clara las restricciones económicas, jurídicas y técnicas.

Con el actual panorama nacional cargado de una inmensa aversión al político, tanto alcaldes, como gobernadores e inclusive el mismo Presidente Iván Duque han decidido ajustar sus gabinetes con un alto componente técnico en detrimento de los perfiles políticos, grave error.

Tuve la oportunidad de estar en primera fila en los debates sobre la Reforma a la Justicia y la Reforma Política, así como otros proyectos presentados por el Gobierno, y no podía entender el comportamiento de ministros y viceministros, así como del equipo político de Palacio quienes inclusive ignorando a miembros de la bancada de Gobierno en el Congreso, el Centro Democrático, no daban línea de los temas a tratar, no defendían las líneas importantes y claves de estas reformas, asistían a los debates pero no participaban en ellos y permitieron inclusive que dichos proyectos fueran liderados por congresistas ajenos a los intereses del gobierno; los funcionarios, todos eran técnicos no conocían o si conocían, no tenían la habilidad de interlocutor con los congresistas.

La gobernabilidad en Senado y Cámara se gana o bien con un trato deferente para con los congresistas o con una alta imagen popular que permita silenciar o replegar las voces de la oposición en los debates, sin embargo los anuncios del incremento al IVA en la canasta familiar o el manejo del paro de los estudiantes de universidades publicas menguaron su percepción positiva cayendo a cifras inclusive más bajas que las que en su peor momento y pasado un buen tramo de gobierno, tuvo el expresidente Pastrana.

Llegué a pensar que tanta torpeza en el manejo de la agenda pública solo podía obedecer a una estrategia predeterminada del gobierno para a mediados del 2019 anunciar lo único que podría elevar su imagen, revocar el Congreso.

Con una clara justificación de que en el Congreso nada podría ser aprobado si no es con “mermelada”, podría argumentar ante los colombianos la necesidad de una asamblea constituyente que no solo permitiría reformar la Justicia, sino el modelo político electoral del país (Reforma Política), y de paso ajustar las normas que desarrollaron los acuerdos de paz con las FARC, tema bandera de campaña.

Pero dicha estrategia no existe. La torpeza del gobierno en el manejo de lo político sigue siendo evidente, no tienen agenda clara y están permitiendo que la línea política sea impuesta por partidos con intereses opuestos.

El Plan Nacional de Desarrollo estuvo a minutos de hundirse y muchos creen que en su paso por las plenarias será modificado en detrimento de las apuestas del gobierno. Se parte de la idea que las facultades pedidas por el Presidente Duque serán negadas, lo cual tendrá un efecto político de graves connotaciones.

Tuvo Duque unas breves semanas de favorabilidad al inicio del año, logrado gracias al insistente apoyo a la oposición Venezolana, una apuesta diplomáticamente peligrosa pero que internamente jugaba con la ignorancia de los Colombianos y el discurso del “Enemigo Común”, sin embargo, el régimen venezolano hace parte de una poderoso engranaje geoestratégico del cual Colombia es una simple ficha, además la permanencia de Nicolás Maduro depende de los generales mejor pagos y más numerosos de Latinoamérica. Hoy ese boomerang se está devolviendo y nuevamente las encuestas se lo están cobrando.

Sumado a lo anterior, el manejo de la Minga Indígena en el Cauca y los anuncios de cafeteros, camioneros, profesores, podría poner al país en tensas jornadas de manifestaciones tan graves como las que tuvo Santos cuando “El Tal Paro no existía”, lo anterior golpeando nuevamente su favorabilidad.

El lunes 8 de abril la Cámara de Representantes tiene programada la votación del informe sobre las objeciones al texto que voto el Congreso y que revisó la Corte Constitucional sobre el estatuto de la JEP. Desesperado el gobierno ha tratado de inclinar a su favor una votación que seguramente le será contraria a sus argumentos, un pulso que definirá los bandos al interior del legislativo.

Colombia no es la misma de los años anteriores al gobierno de Samper en donde Estados Unidos se inmiscuía sin ni siquiera un asomo de vergüenza en los asuntos internos. Sin lugar a dudas el intento del embajador norteamericano por cambiar los votos de congresistas sobre la JEP ha pasado por la autorización del Gobierno Colombiano, tratando de buscar apoyo en la difícil interlocución con los congresistas.

Al interior del Senado y la Cámara de Representantes se están unificando criterios políticos mayoritarios en contravía del gobierno que no cuenta con las mayorías para que un solo Proyecto de Acto legislativo (aquellos que reforman la Constitución) sea aprobado. La reforma Política está a punto de hundirse por tiempos y, aun así, el gobierno sigue radicando reformas constitucionales que no tienen posibilidad alguna de pasar bajo las actuales condiciones. Pareciese que lo hicieran solamente por el titular en los medios.

Muchos Ministros técnicos que inclusive hoy ni siquiera sirven de fusibles, están recibiendo fuego amigo de parte de congresistas de Centro Democrático, los cuales necesitados de oxígeno para las próximas elecciones territoriales no ven otra opción que presionar su cambio inmediato, y con ello esperar refrescar un gobierno que, aunque lleva escasos 8 meses de ser liderado por un técnico como lo es el presidente Duque, tienen el desgaste de un presidente que está por terminar su periodo.

Es deber patriótico desearle lo mejor al presidente de Colombia, sin embargo, para ello debe corregir su marcha, no puede gobernar para un partido, debe gobernar para una nación, y aunque a muchos no les guste, de eso si saben los estadistas todo ellos políticos, ninguno Técnico.

Adenda:

Si algo deben aprovechar los congresistas Caldenses para ganar algo de imagen, es escuchar el clamor de miles de ciudadanos humildes, muchos campesinos, que hoy están recibiendo escandalizados y preocupados sus recibos de agua. No les de miedo hacer un debate de control político en el congreso con toda la bancada caldense que obligue a las autoridades competentes a reformular ese cobro. Deben ser todos, uno solo logra algo de protagonismo, pero todos tal vez logran resultados que justifiquen el voto que miles de caldenses les otorgaron.

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