Opinion

¿Urge también un presidente ‘ad hoc’?

Por: Mario Arias Gómez

19 diciembre 2018

Es penoso que en poco más de cuatro meses de gobierno, al que ayudé a elegir, fiado por la esperanza que su incontaminada y juvenil figura despertaba, formación intelectual, inmaculado pasado, lo que seguramente, indujo a los enardecidos ‘macías’ del CD; como a los 10’369.210 de electores (53,98 %) que lo consagraron presidente, a quienes dirigió, elegido, alentadoras palabras: “No más divisiones, pensemos en un país con todos y para todos”. Cauda conformada, ‘por el que dijo Uribe’, otros, por creerlo, el líder idóneo para el momento, capaz de forjar, de trasmitir optimismo, enfrentar la desesperanza, la incertidumbre que su contrincante despertaba a muchos.

Mandatario que no tuvo luna de miel -por su culpa-, al semejarse al frívolo, Andrés Pastrana, quien entró a la historia de Colombia, como el más inepto, incapaz y mediocre gobernante, que tampoco tuvo tregua con la opinión nacional. Viajero incansable que, en el caso de su par, le ha añadido el ‘bailar’; ‘jugar futbolito’, ‘tocar guitarra’, abrazar niños, a Maluma, Vives, la Ibargüen’, a llevarle al papa la camiseta de la Selección Colombia, autografiada por James (qué oso); a cantar a dúo con el presidente ecuatoriano Moreno, mientras el país naufraga.

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Soporte del bajísimo nivel de aceptación (24 %) que registran las encuestas; falta de liderazgo, a pesar de la parroquial y cómica comparación hecha por la etérea y eclipsada min-Trabajo, Licia Arango, al presentarlo como el ‘nuevo’ Macron colombiano, un rostro internacional, fresco, reparador, promesa de un novel  modelo de hacer política, alejado de la corrupción, el clientelismo; valoración opacada -aquí y acullá- por las trágicas protestas vividas en Bogotá y París, destello del conflicto social y político,  instigado por exaltados y fanáticos universitarios y profesores; infiltrados,  brutalmente reprimidos, que recuerdan -los de mi edad-  los aciagos días de movilizaciones, protestas, sangre, del 8 y 9 de junio de 1954, protagonizadas por un movimiento estudiantil, idéntico, contra el dictatorial y represivo gobierno de Rojas Pinilla, que dejó -hace 64 años-, trece estudiantes muertos y un agitado, asfixiante, azaroso e irrespirable panorama socio-político, insoluble.

En Francia, fueron los caldeados alborotos, jaleos y demandas estudiantiles, de mayo de 1968, que semiparalizaron el país, a París, especialmente; ideas y reclamaciones que trascendieron al mundo, sintetizadas en grafitis impresos en las murallas, consonantes, con arrojo, energía, esperanza, rebeldía, tenacidad, voluntad libertaria, que quedaron grabados en la memoria histórica colectiva: «Dios: sospecho que eres un intelectual de izquierda». «Sean realistas: pidan lo imposible».  «Las paredes tienen orejas. Vuestras orejas tienen paredes». «La barricada cierra la calle, pero abre el camino». «La acción no debe ser una reacción sino una creación». «La burguesía no tiene más placer que el de degradarnos a todos». «Nuestra esperanza sólo puede venir de los sin esperanza.»

«Prohibido prohibir. La libertad comienza por una prohibición». «La novedad es revolucionaria, la verdad también». «Abraza a tu amor sin dejar tu fusil». «No puede volver a dormir tranquilo aquel que una vez abrió los ojos». «El levantamiento de los adoquines de las calles constituye la aurora de la destrucción del urbanismo». «No hay pensamiento revolucionario. Hay actos revolucionarios». «Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar». «Cuanto más hago el amor, más ganas tengo de hacer la revolución”. «No queremos un mundo donde la garantía de no morir de hambre se compensa por la garantía de morir de aburrimiento». “Haz el amor, no la guerra”.

Historia que se repite -como aquí-, con los fluorescentes ‘chalecos amarillos’, que agrupan a los que han visto disminuir su poder adquisitivo, por los nuevos impuestos, como el del carburante, que los lanzó a la calle, reflejo del hartazgo con un modelo económico inequitativo, que consideran no los toma en cuenta, los humilla, representado por un arrogante presidente -bisoño como Duque- acusado (también) de estar a favor de los ricos, a quienes corrió a suprimirles el impuesto sobre las fortunas. Enfado que alcanza -según los sondeos- la adhesión del 80 % de los franceses.

Maltrato que padece igualmente el colombiano, reflejado por el imparable desplome de la favorabilidad, que arrastra al mentor, el expresidente Uribe, producto de la inexperiencia e improvisación de la mayoría de los integrantes del gabinete -como las del regañón jefe- a los que les naufragó los remedos de reformas política, justicia; la remendada ley de financiamiento; la inhabilitada terna del Fiscal ‘Ad hoc’; el rebosado paro estudiantil, gestión defendida con un insulso bla-bla-bla, sin sustancia.

Bogotá, D. C. 19 de diciembre de 2018.

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