Opinion

‘Razones de estado’

Por: Mario Arias Gómez

10 octubre 2018

Apesadumbrado registro el frustrante desencanto, de un calificado sector de la opinión nacional, causado por el nada original discurso del presidente Duque, en la ONU, intervención recargada de lugares comunes, queja antípoda del pensar de los áulicos, que la apreciaron de ‘pomposa’, ‘trascendental, respecto a la apremiante crisis venezolana, requerida de una pragmática solución, que le compete -sin duda- a la comunidad internacional, medida que pasa por un acto de fuerza.  

Con trasnochado dejo grecoquinbayista, expresó: “El desafío que vive nuestro país, son esos miles de rostros temerosos, con frío en los huesos, hambre en el estómago y dolor de patria”. “…que caminan a la intemperie, con incertidumbre por las carreteras”. “hermanos venezolanos que huyen de la dictadura”. “…vivimos la crisis migratoria y humanitaria más indignante de la historia reciente de la región, por cuenta de una dictadura que aniquiló las libertades”. “Denunciar, investigar y sancionar por la CPI, a quienes han sembrado esa tragedia deleznable”.  “El fin de la dictadura, el retorno a la democracia y la plena libertad, es el único camino posible”.  

Faltó el cómo, el cuándo. Caricaturescas medias verdades que, se quedan en un paralítico diagnóstico. Bla, bla, bla, que no plantea el antídoto, que ponga fin a “la triste y trágica tragedia”, como pleonásticamente indicó Piñera, acrecentando la desesperanza, el desasosiego del acorralado, desamparado, humillado pueblo, ad portas del apocalipsis; secuestrado por un despreciable y sanguinario monigote, sinónimo de degradación, demente dictadura, que es una puñalada en el corazón de la democracia. Al garabatear en el futuro esta vergonzosa historia, la actual tibia dirigencia, será implacablemente juzgada y sentenciada, por no haber plantado con verraquera, al iletrado mastodonte y delictual camarilla.

Al regresar de New York, desafiante vociferó en Maiquetía: “Victoria total”. Afrenta para quienes apreciamos y respetamos al terruño patrio, solidarios -además- con su lucha, contra el bochornoso y procaz tiranuelo, que robó su libertad, mafioso, con las manos manchadas de sangre. Confieso que me encuentro tremendamente frustrado, al verificar cómo al desembarcar en Norteamérica, no fue detenido y esposado por la justicia globalizada -como Pinochet en Londres-, y recluido en un oscuro calabozo, al lado de sus narco-sobrinos.

Indiferencia inconsecuente con lo expresado horas después, por la carismática y renunciada embajadora Haley que, en una improvisación callejera, manifestó: El sátrapa “tiene que irse”, “no permitiremos que siguiera flagelando a los venezolanos”.

Los matones, presidente Duque, no entienden razones, les importa un carajo la artillería mediática, solo temen a la fuerza, lo demás es retórica; buenas intenciones; saludos a la bandera. Se burla de las resoluciones de la ONU; OEA; de los emplazamientos del inepto y pusilánime grupo de Lima; de la porosa oposición, falta de agallas, todo lo cual, se lo mete por dónde sabemos. Escabrosa veleta manipulada, operada por los invasores (mercenarios) cubanos. 

No hace falta presidente repetir que en Venezuela no hay democracia; que la elección fue espuria; que las democracias del mundo, no reconocen su gobierno por ilegítimo; que es un país fallido, un asesino hp; que la falta de medicinas, el desabastecimiento, mata a la gente de hambre, nada de lo cual es primicia. Lo primordial es: QUÉ HACER “DENTRO DEL DERECHO INTERNACIONAL”, como exigen risiblemente los teorizantes que, para el uso de la fuerza, reclaman el beneplácito del ‘Consejo de Seguridad’, paralizado por el ‘poder de veto’, ruso-chino-, recurso que ocurrirá el día de San Blando, que no tiene cuando. Blindaje que eternizará la cuadrilla de cuatreros.

Confrontarlos con argumentos jurídicos, es una lucha desigual, una quimera. Si los DH, es un valor cosmopolita, que obliga a la comunidad internacional, respetar, proteger: ¿Que queda por hacer, cuando es un gobierno los agrede, riéndose? Hay que actuar, enseña Perogrullo. No alcanzan, por insuficientes, las condenas diplomáticas, las sanciones, pura palabrería; queda la fuerza real (único recurso). Lo ideal sería el golpe militar, capitaneado por los Generales, hartos, mamados de obedecer al iletrado orangután, de los que se espera aún, un desusado e infrecuente rapto de cordura, madurez, patriotismo, que los disponga a deponer al empotrado depredador. Tarea milagrosa, insinuada sutilmente por el Secretario de la OEA, (Almagro), quien debió recular, por el farisaico e hipócrita escándalo suscitado.

Cabe inevitablemente la pregunta: En qué queda, presidente Duque, aquello que: “El que la hace la paga”. El mayor deber de la cofradía internacional, es garantizar la supervivencia democrática de los Estados, incluso, mediante el uso de la fuerza, amparada por el recurrente postulado: ‘Razones de Estado’.

Bogotá, D. C. 10 de octubre de 2018

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