Opinion

REFORMA

Por: Hernando Arango Monedero, Ingeniero y abogado, empresario, exrepresentante a la cámara, exalcalde de Manizales y Director General del SENA.

27 septiembre 2018

Reformas y reformas. Esos son los temas que actualmente se debaten en el Congreso y, la ciudadanía, aparentemente no se entera o no le interesan los asuntos que se discuten. A lo sumo, uno que otro articulista toca algunos de los diversos asuntos, pero pare de contar.

Qué oportunidad la que pierde nuestra sociedad para inferir en la construcción de las políticas de país. Es extraño, por no decir que asusta, lo que nuestra sociedad hace en estos casos. Las universidades, por citar sólo uno de los grandes medios que se debieran utilizar para intervenir en la construcción del Estado, permanecen en silencio. Los diversos gremios acaso si murmuran, pero nada dicen en concreto. Las asociaciones gremiales aparentemente les temen a las consecuencias si elevan su voz para opinar y para intervenir en lo que se debate. Todo indica que, de una u otra forma, estamos en un régimen totalitario, tipo Venezuela, Cuba o Corea del Norte. Todos callados esperando que, quienes se pronuncien sean los que de una u otra manera se verán afectados de manera directa, más los que de otras maneras nos veremos afectados, en el corto o en el largo plazo, los ciudadanos, estamos callados. ¿A qué le tememos? ¿Acaso no debemos temerle a las consecuencias de no haber opinado, manifestado nuestro criterio y nuestra esperanza?

Cuando de temas de salud se trata, quienes manifiestan sus inquietudes son las IPS o las EPS. A ellos se les oye y en consecuencia las soluciones resultantes apuntan a que se les dé trámite a sus afanes, a su negocio. Cuando de temas de economía se trata, allí están las instituciones financieras atentas para que sus intereses no sean vulnerados, así a los usuarios del sistema se los trague la tierra. A lo mejor algún “benefactor” levante la voz para que los saldos pequeños de los cuenta habientes no se los trague la voracidad de los que se dicen manejadores del dinero, quienes alegan que esos remanentes son muy costosos en su manejo. Costos que desaparecieron prácticamente cuando decidieron no enviar extractos mensualmente en procura de “proteger el medio ambiente” con el ahorro significativo de papel, pero lo que en realidad los movía a tan altruista misión era la economía en términos de dinero que les venía con ello.

En el campo de lo tributario, todos sabemos que el Estado requiere de ingresos. Eso es sabido por todos, no cabe duda. Pero: ¿Para qué se usan esos ingresos? Esa parte si no se cuida y de esa manera se dilapidan los recursos que, con sudor y sangre, han entregado los ciudadanos. Y cuando de buscar más ingresos para el Estado se trata, saltan los de siempre, los que buscan revindicar para su gestión el que una determinada tarifa no se incremente. Allí están los “salvadores” prestos a elevar su voz en “protección” de sus representados. Pero en la vigilancia del destino de los recursos, allí sí no están, y menos si de tales recursos se benefician en términos dolosos como alcanzamos a dilucidar en muchas veces. Y que el Estado se “engorde” incrementando sus nóminas sin razones valederas y de servicio eficiente, eso no importa, en tanto los nombrados estén bajo mi cobijo y contribuyan con la causa; la causa personal.

Y, la mal llamada sociedad civil, porque sociedad de guerra no existe; la sociedad, digo, eso que integramos todos, calla. O callamos como en efecto hacemos. Es hora de que la Universidad, insisto, la Universidad, convoque a Foros en los que bajo la tutela o dirección de conocedores de las diversas materias esa sociedad se pronuncie, intervenga y manifieste sus ideas sobre los grandes afanes nacionales. Allí está la Justicia esperando también que digamos algo. Algo que potencialmente puede molestar a quienes “gozan” de las prebendas que las disposiciones existentes, y las veleidades de otros, les permiten disfrutar pero que es menester recortar para alcanzar jueces y magistrados probos, encarnados en ciudadanos que amen su oficio, aprecien y dignifiquen lo que la sociedad espera de ellos.

¡Es hora de hacerlo!!

Manizales, septiembre 25 de 2018.

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